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PRENSA

 

Críticas, reseñas y artículos sobre Tango y cine mundial.

Nota de Adolfo C. Martínez en LA NACION,

20 de noviembre de 2003, Espectáculos, página 6

http://www.lanacion.com.ar/03/11/20/ds_546797.asp

 

UN ESTUDIOSO DEL TEMA RECOPILA LA HISTORIA


La música ciudadana y la pantalla grande se unieron a través de los años en una conjunción de historias cuyos acordes musicales y cortes y quebradas se escuchan y se reflejan en las más alejadas latitudes.

Sintetizar en un libro esa asociación tan nostálgica como evocativa no era tarea fácil. Sin embargo, Pedro Ochoa, pianista clásico, periodista y, fundamentalmente "cinéfilo incurable" como él se define, tuvo la suficiente paciencia para rastrear centenares de films extranjeros en los que el tango estuviese presente como temática o, simplemente, como marco de cada relato.

Así nació "Tango y cine mundial", un libro de reciente aparición con el sello de Ediciones del Jilguero que logra su amplio propósito de insertarse en esas dos vertientes tan entrañables para el público. Ochoa -35 años, figura menuda, inocultable modestia- expresa durante un diálogo con LA NACION la génesis de su obra: "En la década del noventa los porteños que concurrían a los cines se encontraban con películas extranjeras en las que se bailaba el tango o se incluía el tango en su banda sonora. Me sorprendió mucho este fenómeno que yo consideraba inédito, y de esta curiosidad surgió de mi parte hacer un relevamiento de las producciones extranjeras que incluyeran baile, música o cualquier otra referencia a la música de Buenos Aires. Una vez comenzada la búsqueda, los títulos comenzaron a proliferar hasta llegar a un listado de varios cientos de obras. Así escribí un trabajo previo y tras cuatro años de investigación paciente y apasionada pude concretar "Tango y cine mundial".


-¿Dónde comienza esta historia tanguística y cinematográfica?


-Los primeros años de la década del diez marcan uno de los momentos de mayor difusión internacional del tango y la pantalla grande no se mantuvo indiferente a ello. En 1912 el actor francés Max Linder protagonizó el film "Max, profesor de tango", y a esta producción francesa rodada en Berlín se le sumaron otros títulos que tenían como protagonistas, por ejemplo, a Charles Chaplin, Mack Sennet y otras figuras del cine mudo que, bastante estrafalariamente, bailaban el tango. Desde aquí hasta ahora ya nuestro ritmo se incorporó a la cinematografía internacional.


-¿Con qué elementos contaste para escribir una obra tan amplia?


-Vi muchos videos de todas las épocas, me ayudó enormemente en mi tarea de investigación la gente del Museo del Cine e incontables amigos tan cinéfilos como yo para no saltearme ninguna de las películas extranjeras que uniesen el tango con el cine.


Ochoa recuerda mojones imperdibles de la unión tango-cine. "En el libro -subraya- hay un largo capítulo dedicado a Rodolfo Valentino, que es un icono en la materia a partir de su película "Los cuatro jinetes del Apocalipsis". Con infinidad de títulos emblemáticos o casi olvidados llego hasta el presente, en que films como "Doce monos", "Perfume de mujer", "Tango", "La lección de tango" o la muy reciente "Assessination Tango" cierran este evocativo camino."


Ochoa puntualiza que a los extranjeros les interesa el tango como elemento bailable. "Para nosotros -subraya- el tango es nostálgico, pero para ellos es un sentimiento que parte del abrazo de las parejas y de su melodiosa música." El libro obtuvo un galardón del Fondo Nacional de las Artes y su edición fue auspiciada por la Academia Nacional del Tango y por el Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken. "Ahora -finaliza Ochoa- estoy trabajando en un libro que se referirá al tango en la cinematografía nacional. Es, sin duda, otro desafío. Busco que tanto nuestro ritmo ciudadano como el séptimo arte no se borren del recuerdo
de la gente."

 

Nota de Jorge Carnevale en Ñ,

6 de diciembre de 2003, página 36.

 

UN LARGO TANGO EN CÁMARA LENTA

 

Una nueva mirada a una relación poco sistematizada hasta ahora: el abrazo sensual entre la música porteña y el cine mundial, desde Valentino hasta nuestros días.

 

Un libro reciente, Tango y cine mundial, de Pedro Ochoa (Ediciones del Jilguero) registra esta borrachera del corte y la quebrada desde el cine mudo hasta nuestros días, tanto en Hollywood como en París, desde el “ballroom tango” americano al “tango liso” europeo, del salón al escenario.

Ochoa –periodista, músico e investigador- señala que si para el porteño el tango viene anudado al desengaño, a la tristeza y a la nostalgia, afuera lo que importa es la danza, esa sensualidad que no conoce otro ritmo.[…]

Ochoa, tras la minuciosa cabalgata que va de Valentino a Wong Kar-Wai (Happy Together, Felices Juntos), de la Louise Brooks de Lulu y la directora Sally Potter (La lección de tango), con acento en Naked tango de Leonard Schrader, promete para fecha próxima otro estudio similar sobre el tango en el cine argentino. Toda una empresa.

 

Nota de Julián Rimondino en LEA,

diciembre de 2003, número 27, página 58


DIME QUE TANGO BAILAS Y TE DIRE QUIEN ERES


Continuando con su sana costumbre de editar libros sobre cine argentino, Ediciones del Jilguero presenta por estos días su nueva publicación: un extenso ensayo sobre la manera en que las diversas cinematografías han representado al tango, símbolo argentino por excelencia.

Extraño fenómeno el del tango en el cine mundial.

En Argentina, proliferaron las películas sobre el Abasto, la Boca y tantos otros arrabales porteños; en el extranjero, tomaron esta música autóctona para dar forma a esos bailes casi acrobáticos, con rosas en la boca, piruetas por el aire y frases al estilo de “let’s Tango!”.
Para el argentino medio, el baile de tango de Perfume de mujer tiene tanto que ver con lo que cantaba Tita Merello como la chacarera se vincula con la música dance. Es más, para la mayoría, más allá del nombre, nada tienen que ver ambas melodías. Y no carecen de razón: poco hay en común entre ellas.

Este extraño fenómeno, sin embargo, se ha dado: algo que poco tiene que ver con el tango argentino se reconoce alrededor del mundo como tal.

Y para desentrañar las causas de este misterio, Pedro Ochoa realizó el remarcable Tango y cine mundial, que a lo largo de sus casi 300 páginas repasa la historia del tango en el cine.
Lo más interesante de todo es, sin dudas, la evolución y expansión del baile, que pasa de ser la postal de los barrios porteños a estar a la moda entre la alta clase francesa, y a ser pasión de multitudes en Finlandia (porque, sí, créanlo o no, en ese lejano país, del que poco sabemos, el tango se ha desarrollado con tanta independencia e importancia como en el nuestro).
”El mundo se apropió del Tango y lo practica y lo disfruta así como silba a Mozart sin pensar en su peluca o tararea Soul sin imaginarse en el Harlem”, afirma Ochoa, y algo de razón tendría: aunque hiera nuestro orgullo, aunque muchos lo vean como un ultraje, la verdad es que el tango ha trascendido las barreras nacionales y se ha instalado en todo el mundo, y cada país lo ha desarrollado como quiso y pudo, cargándolo de significados disímiles y hasta contradictorios entre sí.

A pesar de que algunos análisis parecen un poco excesivos y forzados, Ochoa nunca afloja su pluma y mantiene a lo largo de todo el libro un ritmo de lectura ágil y entretenido, con textos sazonados con anécdotas históricas y un verdadero amor tanto por el tango como por el cine.

Esta obra sirve para pensar sobre la imagen del tango (de lo argentino y lo latino por extensión) en el cine mundial, donde cinematografías como la alemana se han preocupado por lograr una cierta fidelidad al ambiente tanguero porteño, mientras que el cine norteamericano, salvando algunas pocas excepciones, lo ha representado burdamente, con desinterés y sin un verdadero intento de reconstrucción histórica. La conclusión es inevitable: para los Estados Unidos el tango y la Argentina son lo mismo que los mariachis y México.

Libro que sirve como historia del tango y como documento sobre ese hábito del cine de reflejar los fenómenos sociales, Tango y cine mundial es uno de esos libros que buscan analizar la forma en que un evento o costumbre se ha representado a lo largo de la historia del cine, tratando de descubrir así como esto se ha sumado al imaginario mundial.
En verdad, el tango ya no es exclusivamente nuestro, pero mucho se dice sobre nosotros al ponerlo en pantalla. Qué es lo que se dice, es lo que importa.

 

Nota de Paraná Sendrós en AMBITO FINANCIERO,

miércoles 14 de enero de 2004, Espectáculos, página 3.

 

EXHAUSTIVA HISTORIA DEL TANGO EN EL CINE MUNDIAL

 

Pedro Ochoa, «Tango y cine mundial» (Ed. del Jilguero, Bs. As., 2003, 288 pgs.)

Desde un corto de Max Linder, antecesor de Carlitos Chaplin, hasta un episodio de «Los Simpson» y una película brasileña de este año, desde los registros del pecaminoso París de la Belle Epoque hasta las cintas de Australia, Corea, Palestina, el inefable Hollywood y la melancólica Finlandia, el autor de este libro se ha recorrido cuanto estudio, catálogo, diario de época y sitio de Internet pueda encontrarse sobre la presencia del tango en el cine extranjero y, como corresponde, se ha visto casi todas las películas.

Mejor todavía, analiza con inteligencia y conocimiento el cómo y por qué de esa presencia en escenas antológicas de «Los cuatro jinetes del Apocalipsis», «Una Eva y dos Adanes», «El conformista», «Perfume de mujer» (versión americana) y muchísimas otras producciones, e ilustra al lector sobre la evolución de distintas maneras de baile o de arreglo orquestal, lo que cada público sentía según la época, y de qué modo la música rioplatense fue tomando, para la mirada extranjera, un aura de refinamiento, seducción o liberación sexual, más que otra cosa, que hoy entusiasma a tantas turistas que vienen derecho a Barracas, por ejemplo.

Explica también de dónde salen la batería, el disparate del Ballroom, y otros incordios, el aporte liberador de Astor Piazzolla a la música de cine, y, especialmente, cómo a partir de los ’90 se ha ido formando (como con «La lección de tango», «Naked Tango» y «Assassination Tango», siempre mejores en la danza que en el guión) una especie de subgénero consistente en «un viaje iniciático a un Buenos Aires antiguo y nostálgico, una tironeada aventura amorosa asociada al aprendizaje del baile, siempre dificultoso, todo enmarcado por grabaciones musicales históricas y por una iluminación primorosa y nocturna en concordancia con el silencio interior del Tango».

 

Interpretaciones

 

El lo escribe así, con mayúsculas, porque lo respeta y lo venera. Joven académico, Pedro Ochoa brinda una investigación apasionante. Quizás el lector difiera con alguna de sus observaciones, o sus deducciones a veces demasiado entusiastas, pero, así como antes lo que un hombre sostenía con el pico, debía sostenerlo «con el cuero», lo que él dice hoy lo sostiene con los pies y con los dedos, porque también es pianista y bailarín. Un libro para aprender, y tener junto a la videocasetera.

 

Nota en El Tangauta,

nº 123, enero de 2005

http://www.eltangauta.com/ed_digital/images/ET%20123%20parte%2001.pdf

 

PANTALLA GRANDE

 

El tango despertó el interés del cine extranjero desde principios del siglo XX hasta hoy, tal como puede comprobarse leyendo el exhaustivo ensayo Tango y cine mundial, de reciente edición. En 4 años de trabajo, el músico y periodista Pedro Ochoa Fernández recopiló más de medio millar de films en los que el tango (con el baile como forma más frecuente) tiene alguna presencia. En la obra, publicada por Ediciones El Jilguero, figuran desde Los cuatro jinetes del apocalipsis (con Rodolfo Valentino) hasta Assasination tango (de Robert Duvall) pasando por Perfume de tango (con Al Pacino), La lección de tango (de Sally Potter) y Tango (de Carlos Saura), entre tantas otras menos difundidas.

 

Nota en revista Dirigencia,

diciembre de 2003, página 65.

 

PEDRO OCHOA, EL TANGO Y EL CINE

 

“Tango y cine mundial”, de Pedro Ochoa, es una obra singular escrita por un apasionado y genial estudioso de este ya clásico baile y música ciudadanas. Este libro es una genuina investigación sobre la presencia del tango en la producción cinematográfica mundial de todos los tiempos. Desvelar esa presencia significó sumergirse en el examen paciente de más de medio millar de películas norteamericanas, alemanas, suecas, colombianas, chilenas, uruguayas y por supuesto argentinas.

A lo largo de ese extenso recorrido de investigación editorial y filmográfica, Ochoa descubre y comparte la “grata sorpresa para todos los porteños de ir al cine y encontrarnos con películas extranjeras en las que se bailaba tango, o que incluían al tango en su banda sonora”. A partir de ese hallazgo sumerge al lector en un universo de algo más de 280 páginas de un cuidado volúmen publicado por Ediciones del Jilguero, un universo de música y películas, tan atrapante como el dos por cuatro del tango.

A la tangomanía, como dice Ochoa, se ingresa en la primera década del siglo pasado. “Los primeros años de la década del diez marcan uno de los momentos de mayor difusión internacional del tango”, explica. En ese camino, “el cine no permaneció indiferente ente esta agitación”. El actor francés Max Linder protagoniza la comedia en tres actos “Max Linder, Profesor de Tango”.

Según Ochoa, “si alguna conclusión vale la pena sacar es que el tango es la danza, la música, o mejor dicho la cultura que nos representa en el mundo. Reconocible como argentino, o rioplatense si se prefiere, a la vez logró, gracias precisamente a este sello regional único, la universalidad. El mundo se apropió del tango y lo practica y lo disfruta”.

 

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