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TANGO Y CINE MUNDIAL

Pedro Ochoa

 

PRÓLOGO

 

Durante la década de 1990 fue una grata sorpresa para todos los porteños ir al cine y encontrarnos con películas extranjeras en las que se bailaba Tango, o que incluían Tango en su banda sonora. Con el correr del tiempo los aficionados al cine nos dimos cuenta de que no se trataba de una ni de dos, sino de muchas películas que, de una manera u otra, tenían algo de Tango. Y fue una sorpresa porque era realmente un fenómeno inédito; el cine extranjero nunca antes se había ocupado del Tango con tanta frecuencia.

Paulatinamente se fue haciendo normal ver películas como Doce monos, La lista de Schindler o Perfume de mujer, e incluso películas dedicadas íntegramente al Tango, como La lección de tango de Sally Potter o Tango de Carlos Saura.

 

Finalmente llegó un momento en que tuvimos que darnos cuenta de que no se trataba de casualidad o de casos aislados sino de un fenómeno de magnitud, que además estaba relacionado con un renacimiento general del Tango en la década.

 

De la curiosidad por este fenómeno surgió la idea de hacer un relevamiento de las películas extranjeras que incluyeran baile, música o cualquier referencia al Tango.

La idea era, en un comienzo, hacer una revisión de una o dos docenas de películas; pero, una vez comenzada la búsqueda sistemática, los títulos empezaron a proliferar hasta llegar a un listado de varios cientos de obras.

Y la búsqueda se extendió además en el tiempo y en espacio. En el espacio, porque no sólo Europa y Estados Unidos participan de la tangomanía, sino todo el mundo, de Hong Kong a Colombia, de Australia a Palestina. En el tiempo, porque no es totalmente cierto que el Tango haya hecho su primera aparición masiva en el cine durante los años noventa. En verdad la primera oleada importante de películas extranjeras dedicadas al Tango data de la década de 1910, aún antes de Rodolfo Valentino.

Esta curiosidad inicial dio origen a un breve ensayo titulado Tango y cine mundial, publicado a comienzos de 2001 por la Fundación El Libro (ver bibliografía). Si bien ese primer trabajo sigue siendo válido en sus fundamentos, la cantidad de información que siguió apareciendo desde entonces hizo necesaria la publicación de la presente obra.

 

Desde sus comienzos el Tango viene despertando curiosidad, interés y pasión en todos los países. El cine, reflejo de la identidad de las naciones, supo expresar esos sentimientos.

Hoy, después de más de un siglo de Tango y cine, las películas extranjeras relacionadas con el Tango conforman un acervo digno de estudio. Cada escena de las películas que veremos a continuación constituye una impresión extremadamente sensible de las emociones que el Tango provoca en los creadores y en los públicos de todo el mundo. Aquel que quiera conocer el impacto que nuestra danza, nuestra música y nuestra cultura produjo en el imaginario mundial difícilmente pueda hallar una mejor fuente que estas películas.

Está fuera de nuestras pretensiones ofrecer el listado completo. Listado siempre provisorio, por otra parte, y que no sólo se extiende hacia el futuro sino también hacia el pasado, pues constantemente se agregan nuevos hallazgos de viejas películas olvidadas. Media también el poder de distribución de cada industria nacional; estimamos que la lista es bastante completa para Estados Unidos, pero precaria en lo que respecta a Suecia o a Chile. Sin pretensión, pues, de establecer un corpus, nuestro objetivo será tratar de dar con los mojones que permitan una mejor comprensión del tema. El autor agradece desde ya todo dato que corrija o amplíe la información reunida en estas páginas. Puede hacerlo por correo electrónico a tangoycinemundial@yahoo.com.ar.

 

No damos cuenta de las coproducciones con base local (Tangos: El exilio de Gardel, Corps perdus, Two to Tango) pues son al fin y al cabo películas argentinas, ni de las numerosas películas que tienen alguna relación con la Argentina pero no con el Tango (Yellow Submarine, Seven Years in Tibet, Starship Troopers). Sobre este tema conviene consultar los dos volúmenes del libro Babilonia Gaucha de Diego Curubeto.

Como la intención de la lista es rastrear el imaginario extranjero para conocer de qué manera el Tango ha logrado seducir la sensibilidad de gentes de diversas partes del mundo, también han sido excluidas adrede las películas en las que la presencia de una estrella argentina, o de un director argentino, exigía la inclusión de un tango (Gran casino, El día que me quieras, Boliche). Para ésto puede consultarse el Diccionario sobre figuras del cine argentino en el exterior de Mario Gallina. La aparición de un tango en estas películas es una necesidad técnica, mientras que la elección inopinada de un tango para una comedia de Hollywood, un policial o una película de ciencia-ficción nos hablan de la universalidad del Tango, del alcance de su difusión y del misterio de su emoción.

Siguiendo el mismo criterio, tampoco pasaremos revista a la filmografía uruguaya. De ninguna manera podemos considerar al Uruguay país extranjero al Tango. Dos tangos orientales que se convirtieron en protagonistas de muchas de las películas que estudiaremos, La cumparsita y A media luz, basten como testimonio y ejemplo de la importancia del Uruguay como cuna del Tango.

 

Los títulos de las películas son siempre los originales, que se indican en negrita y bastardilla. Sólo hemos traicionado este criterio transliterando al alfabeto occidental los títulos en alfabeto cirílico, cantonés, hebreo, etc. Siempre que fue posible incluimos los títulos con los que las películas fueron conocidas en Argentina, los que se indican con bastardilla. También van en bastardilla los títulos en terceros idiomas de las coproducciones, los títulos alternativos en el idioma original y los títulos internacionales en inglés. Cabe advertir que los títulos volcados a otros idiomas por las distribuidoras locales de cualquier país suelen no guardar relación alguna con el original (Véase el recuadro “El Tango como recurso de marketing”). Cuando las traducciones locales no respondían al original o cuando no las había por no haber sido estrenada la película en Argentina, agregamos traducciones propias al castellano, que van en tipografía normal, entre paréntesis. También son los originales los nombres de actores y personajes. Por eso Rudolph Valentino en vez de Rodolfo y Lulu en lugar de Lulú. Pedimos disculpas por los errores que eventualmente se hayan deslizado en las lenguas que no dominamos.

Para fechar las películas se tomó, siempre que fue posible, el año que aparece impreso en el propio film, tal como se hace con un libro. Diversas fuentes pueden dar otros años; es común, por ejemplo, datar una película por la fecha de estreno, que suele tener lugar al año siguiente del rodaje.

 

Gracias a Daniel Paraná Sendrós, Andrés Insaurralde y Jorge Couselo, del Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires “Pablo Ducrós Hicken”. Adrián Muoyo, de la biblioteca del INCAA. Horacio Ferrer, sin cuyo estímulo nunca hubiera osado investigar, Oscar Del Priore, Nicholas Tozer, Héctor Negro y Gabriel Soria, de la Academia Nacional del Tango. José Gobello y Marcos Blum, de la Academia Porteña del Lunfardo. Felipe Bonacina, Ricardo “Richi” Richter y Oscar “Cachi” Echeverri de Liberarte. Sisko Rytkönen y Sakari Toiviainen, del Archivo Nacional de Cine de Finlandia. La gente de PPA de la Biblioteca Nacional. Edgardo, de la biblioteca del Instituto Nacional de Musicología "Carlos Vega". Cecilia Bianchini de Fox Argentina. Wanda de Eurocine. Fabiana Gil de Buena Vista Argentina. Oscar Kramer y Alejandra Dixon. Amos Field Reid (Adventure Pictures). Norma y toda la gente de la Fundación El Libro y de Edenor. Horacio Salas y Norma Guerra del Fondo Nacional de las Artes.

Gracias a Juan Carlos Copes, Carlos Rivarola, Raúl Garello, Eduardo Grossman. Marta Mazzeo y Hubert Pöllmann (Alemania), Lutz Mommartz (Alemania), Alexander Kuguchin y Dmitry Geller (Rusia), Camilla Overbye Roos (Estados Unidos). Carlos Copello, Marcelo Carte, quienes además de brindar su testimonio me revelaron secretos de la danza.

Gracias a Laura Cusnir, compañera de baile, de cine y de todo; Fabio Cernuda y Héctor Benedetti, mis dos columnas en materia de Tango; Olgo Ochoa, que me enseñó a escribir; Alicia Fernández, tenaz buscadora de información para esta investigación; Paula Sánchez Castellano, que vivió conmigo la gestación de esta obra; Pertti Mustonen, cuya ayuda fue decisiva para el capítulo sobre Finlandia; Oscar Himschoot y su biblioteca generosa y selecta, Juan María Veniard (“no lea, investigue”), Fernando Martín Peña, Paula Felix-Didier, Mario Nachón, Diana Saimovici (“no te guardes nada”), Fernando Vicente, Carlos Blanco (¡1913…!), Diana Fernández Irusta, Leandro Reyno, Diego Cabello, Verónica Devalle, Diana Paladino, Margarita Pierini, Ricardo Zaidemberg, Vivian Mansberger, Mirta Muiña, Emiliano Torterola, Daniel Vacs, Mariano Dugatkin, Florencia Sánchez Castellano, Bárbara Steinman, Javier Olivera, Marcos Olivera, Sergio Felice, Hiujulan Heinlein (Alemania), Jesús Martínez (España), Jorge Grez (Argentina – Chile), Arthur de Faria (Estados Libres del Plata).

 

TANGO Y CINE MUNDIAL

Pedro Ochoa

 

CAPÍTULO PRIMERO

 

TANGOMANÍA

 

Los primeros años de la década del diez marcan uno de los momentos de mayor difusión internacional del Tango. El cine no permaneció indiferente ante esta agitación y en 1912 se suma a la tangomanía cuando el actor francés Max Linder protagoniza la comedia en tres actos Max, professeur de tango (Max, profesor de Tango), Max Linder profesor de tango, Max als Tangolehrer, rodada en Berlín con producción francesa. En este cortometraje cómico Max, medio borracho, es confundido por un grupo de distinguidos caballeros con el profesor de Tango que estaban esperando. Con fantasiosos pasos de baile inventados en el momento intenta impresionar a sus alumnos y sobre todo seducir a la hija del dueño de casa.

Esa extensa gira de 1912 durante la que filmó en Berlín Max, professeur de tango llevó a Max Linder hasta Moscú, donde enseñó a bailar Tango a la aristocracia rusa.1

El elegante Max Linder volvería a servirse del Tango en su sketch C’est le tango qui est la cause de ça (El tango tiene la culpa), presentado en el Alhambra de París en 1913.2 Allí bailó el tango El irresistible, de Lorenzo Logatti. Es posible que la película y el sketch sean una y la misma obra.

 

A lo largo de estos años el cine continuará reflejando, o mejor dicho siendo protagonista de la moda del Tango. Entre las vistas de esta primera época se destacan varios films con Charles Chaplin, confeso admirador de Max Linder.3 El primero de ellos es Tango Tangles (Enredos tangueros), Carlitos en el baile, Charlie’s Recreation, Music Hall, dirigido por Mack Sennett y rodado en Estados Unidos en 1914. Es uno de sus primeros cortometrajes, protagonizado por un irreconocible Carlitos sin bigote. El argumento es sencillo: Charlie (Charles Chaplin) concurre a un salón de baile y se enamora de la chica del guardarropas, pero como ella tiene otros dos candidatos se desencadena en pleno baile una pelea por celos entre los tres pretendientes. A pesar del sugestivo título no hay nada de Tango en la película. Sin embargo debemos mencionarla porque la aparición de la palabra “tango” en un título es, de por sí, significativa. Seguiremos siempre este axioma. En este caso se trata de un juego de palabras cacofónico, en el que “tango” funciona como sinónimo de “baile”, lo que no es poca cosa.

Charles Chaplin sí bailó Tango en Tillie’s Punctured Romance (El pinchado romance de Tillie), Idilio desinflado, For the Love of Tillie, Marie’s Millions, Tillie’s Big Romance, Tillie’s Nightmare, Mack Sennet, 1914. Se trata del primer largometraje con Charles Chaplin y está reconocido además como el primer largometraje cómico de la historia. En la monumental mansión del tío millonario de Tillie (Charles Bennet) se da una gran fiesta en la que una numerosa concurrencia se entretiene bailando los ritmos de moda. Pero el momento central de esta extensa escena de baile es cuando, luego de ver a una pareja que hace una exhibición de Tango, la voluminosa Tillie (Marie Dressler), entusiasmada, se pone a bailar con un desconcertado Charlie tratando de imitar a la pareja de profesionales.

Poco tiempo después, durante ese mismo año de 1914, Chaplin protagoniza y dirige el cortometraje His Prehistoric Past (Su pasado prehistórico), Carlitos en la prehistoria, The Caveman, A Dream, The Hula-Hula Dance, King Charlie. Ambientado en la prehistoria, Charlie, vestido con pieles, baila una mezcla de Ballroom Tango y Tango Andaluz imposible de reconocer a primera vista para quien tenga en mente el Tango Argentino. En los próximos capítulos explicaremos en qué consiste esta manera de bailar. Interesa el significado que se le da a la danza, pues Carlitos tiene un harén, y el Tango es uno de sus atributos de seductor.

En 1916 Charles Chaplin volverá a bailar Tango en su cortometraje The Count, El falso conde, Almost a Gentleman. Haciéndose pasar por el secretario de un también falso conde, Charlie concurre a una fiesta de disfraces de la aristocracia. Entre resbalones, persecuciones y peleas Charlie baila diversos ritmos, entre ellos Tango, aunque los pasos de baile siempre son, más bien, pasos de comedia.

 

Posiblemente Charles Chaplin haya tomado contacto con el Tango en su Londres natal; caso contrario lo conoció sin duda en ocasión de su viaje a París en 1910, cuando actuó en Folies Bergère, el Olympia y La Cigale.4

Con el correr de los años Chaplin se convertiría en un entusiasta bailarín de Tango. Con emoción Julio De Caro recordó en su libro de memorias la presencia de Chaplin en ocasión del debut de su orquesta en el Palais de la Mediteranée de Niza, en 1931: “Nuestra labor debía durar media hora, y prolongada a la fuerza, otra media hora más, cerrando con un pedido de Charlie Chaplin (Carlitos), ahí presente, empeñadísimo en bailar «El monito», tango que tuvo que ser bisado infinitas veces. […] Aunque la finalidad de nuestra orquesta, al contratarnos, fue exclusivamente para ser escuchada (como concierto), este empeño del astro inglés me hizo quebrantar lo propuesto y, en menos «de lo que canta un gallo», tras cartón, retirando las mesas los mismos ocupantes, enloquecidos con la brillante idea del astro, lo siguieron […]”.5

En aquella oportunidad también estaba presente Carlos Gardel. Gardel y Chaplin se hicieron buenos amigos y volverían a encontrarse un par de años más tarde en Nueva York.6

Así recordó a Charles Chaplin el director argentino Luis Saslavsky, en ocasión de una reunión en casa de Marion Davies, en Los Ángeles, un par de años más tarde: “Alguien se sentó al piano y tocó. Charlie Chaplin imitó a un argentino bailando tango. Fue maravilloso. Él era más bien menudo, aunque bien formado. Al bailar muy erguido y severo, se agrandaba. Creí, no sé por qué, que su imitación sería la de un tango tipo Rodolfo Valentino. No. Era la perfecta imitación de un porteño. Muy niño bien y sin embargo con algo de Corrientes y Esmeralda.”7

 

En los capítulos siguientes tendremos oportunidad de volver a hablar de Charles Chaplin. Veamos ahora otros films de aquellos tiempos, hoy perdidos. Todos son cortometrajes mudos.

Kri Kri e il tango (Kri Kri y el tango), Bloomer and the tango, Italia, 1913. Pertenece a una serie de cortometrajes con el personaje Kri Kri, interpretado por el comediante Raymond Frau. Otros cortos de la serie son Kri Kri fuma l’oppio, Kri Kri acrobata suo malgrado y Kri Kri senza testa, de 1913, Kri Kri e le suffragette y Trovata di Kri Kri, de 1914.

Die Tango-Königin (La reina del tango), Max Mack, Alemania, 1913. Es probable que tenga relación con la opereta del compositor húngaro Franz Lehár.

The Argentine Tango and Other Dances (El Tango Argentino y otras danzas), film inglés de 1913 de realizador desconocido, con los bailarines Phyllis Dare y George Grossmith, difusores del Tango en Londres.

Nobby’s Tango Teas (Los tés de Tango de Nobby), W. P. Kellino, Inglaterra, 1914. W. P. Kellino integraba una troupe de acróbatas. El título hace referencia a los por entonces célebres thés tango, reuniones a la hora del té organizadas al solo fin de bailar Tango. Nobby, encarnado por Sam Poluski, fue otro personaje que protagonizó una serie de cortos, como Nobby the New Waiter, de 1913, Nobby Wins the Cup, Nobby the Knut, de 1914 (al igual que en el caso de Kri Kri, estimamos que el listado de títulos está incompleto).

Tango Mad (Loco por el tango), Hay Plumb, Inglaterra, 1914.

Tango versus Poker, Estados Unidos, 1914. Con Barbara Tennant.

A Tango Tragedy (Una tragedia tanguera), E. W. Sargent, Estados Unidos, 1914. Con Oliver Hardy, “El Gordo”, antes de formar dúo con Stan Laurel.

Tango in Tuckerville (Tango en Tuckerville), Estados Unidos, 1914.

Salainen perintömääräys (Testamento secreto), Finlandia, 1914. El nombre de los directores de estas dos películas se ha olvidado.

 

Estas cintas pioneras se filmaban inexcusablemente en un solo día de rodaje. La cámara permanecía fija largo tiempo en un plano general y, casi sin recursos de montaje, todo quedaba librado a la interpretación de los actores, necesariamente exagerada. Los guiones eran débiles, dando lugar a la improvisación. Podríamos hablar de teatro filmado, si no fuera porque tampoco se podía usar la voz como recurso expresivo.

En cuanto al carácter de estas películas, todas fueron cortometrajes de entretenimiento. El cine en sus comienzos era una curiosidad técnica; la novedad del ingenioso sistema para registrar imágenes en movimiento era más importante que el contenido. Y la intención era el divertimento. Aquellos alegres años de principios del siglo XX marcan el auge del entretenimiento: la lucha grecorromana, el espectáculo de variedades con sus acróbatas de países exóticos, desde luego el eterno baile y el novedoso cine. El cine fue durante algún tiempo una curiosidad de feria sin pretensiones artísticas. No es contingente entonces que Kellino fuera acróbata. Mack Sennet diría de Tango Tangles: “Llevamos a Chaplin, Sterling, Arbuckle y Conklin a una sala de baile; los soltamos y rodamos. Ellos hicieron cosas divertidas y eso fue todo.”8

 

Para entender el significado de la aparición de estas obras, es necesario conocer, siquiera a vuelo de pájaro, qué pasaba con el Tango en aquella época.

La difusión del Tango en el extranjero perece haber tenido origen en París, capital de la cultura y ombligo del mundo. Ésta era la opinión de Vernon Castle, uno de los más importantes bailarines norteamericanos, en 1914: “Quisiera agregar una advertencia para quienes toman lecciones de Tango, y es la siguiente: tome sus clases, si es posible, con alguien que haya bailado profesionalmente en París, porque allí hay tantos buenos bailarines que cualquiera que pueda bailar (y le hayan pagado) en París realmente debe ser un buen bailarín.”9 Como se ve, Castle descarta la posibilidad de hallar en Estados Unidos un profesor argentino.

Según Jules Bertaut, atento observador de la vida parisina, el Vals, introducido en Francia en 1798 y pronto propagado en todos los salones de baile públicos y privados, se convierte en la verdadera danza de moda, “[…] que nadie podrá destronar hasta la aparición del tango.”10 Coincide en sus recuerdos Hugo, maître del restaurant Maxim’s de París entre 1899 y 1918: “En Maxim’s se bailaban los bonitos valses vieneses hasta el día en que de Argentina nos llegaron los tangos […].”11 ¿Cuál fue ese día? Consecuencia de un proceso gradual y nunca sistemático, no existe un momento exacto en que el Tango llega a París. Debió haber llegado apenas nacido en Buenos Aires, de la mano de la juventud de las familias ricas argentinas, para fines del siglo XIX. En cuanto al momento en que se vuelve un hecho cotidiano, debemos ubicarlo hacia la década del novecientos. Durante esa década diversas agrupaciones musicales francesas comienzan a imprimir en disco sus primeros tangos y en 1907 se inaugura un salón de baile llamado “Le Tango”.

Para comienzos de la década del diez ya estaban instalados en París algunos de los más importantes tanguistas de su tiempo, como el compositor Ángel Villoldo, autor de El choclo y El esquinazo, o la versátil pareja de actores Alfredo y Flora Gobbi, todos llegados en 190712. También llega para esos años el bailarín Bernabé Simarra. Todos ellos fueron profesionales, pero en verdad el Tango fue sembrado en París por la clase alta argentina, empezando por Ricardo Güiraldes. Debemos recordar siempre este punto para comprender por qué en el cine extranjero el Tango se desliza en lujosos salones, imagen que no es representativa de la compleja historia social de la danza en el Plata. Volveremos sobre ésto constantemente.

En enero de 1911 Le Figaro afirmaba: “lo que bailaremos este invierno será una danza argentina, el Tango Argentino.”13 Para aquel entonces ya existían en París numerosas ediciones de discos y partituras de tangos.

Y apenas un año después, el folletín del humorista Sem Les Possédées (Las poseídas), uno de los más bellos documentos sobre el tema, daba cuenta del punto culminante de la tangomanía: “En una marcha fulminante se ha expandido por todo París, ha invadido los salones, los teatros, los bares, los cabaréts, los grandes hoteles y los boliches. Hay tés-tango, exposiciones-tango, tango-conferencias. La mitad de París se frota a la otra.”14 De a poco siguen llegando artistas argentinos. Para ese año de 1912 llegan a París el polifacético Enrique Saborido, compositor de La Morocha y gran bailarín, y el pianista y compositor Carlos Vicente Geroni Flores.15 En aquella época también llega el actor y bailarín Francisco Ducasse.16

Pero el gran año será 1913. “Se imponía el «color tango», un tono anaranjado vivo, que teñía vestidos –por ejemplo la robe côtelée tango o el manteau en velours souple tango, que promocionaban las revistas de moda-, chales, camisas, polleras, medias, sombreros, blusas, zapatos y la tapicería de los sillones y canapés. Nacía una nueva bebida, una cerveza mezclada con granadina, apodada «tango» y que se sigue tomando hasta hoy, con el mismo nombre, en los cafés parisienses. La misma granadina que, volcada sobre una banana, permitió a los cocineros crear el postre «banana-tango»”.17 Había estallado la tangomanía.

Para 1913 “la primera preocupación de las mujeres elegantes que se reinstalaron recientemente en París es la de ir a aprender a lo de un profesor de renombre las nuevas danzas que están de moda. Cada una viene a París para tomar su lección de tango.”18 Llegan ese año el pianista Celestino Ferrer, el bandoneonista Vicente Loduca, el violinista Eduardo Monelos, junto con el célebre bailarín Casimiro Aín y su pareja Edith Peggy.19 Un poco más tarde, el bandoneonista Carlos Güerino Filipotto y el violinista Pepe Schiutto.20

Consagrado en París, rápidamente el Tango desembarca en el resto de Europa, incluyendo Europa del Este, y también en los Estados Unidos.21

 

No es posible explicar las razones del suceso de una expresión artística; justamente en la imposibilidad de sondear sus misterios reside su interés. Más en el caso del Tango, que involucra no sólo una danza, sino toda una cultura. Pero sí debemos hacer el esfuerzo de tratar de comprender sus caminos históricos. Y a la hora de analizar el éxito del Tango en 1913 debemos llamar la atención sobre el hecho de que el Tango es una danza de pareja abrazada. Más aún, todo indica que era la única, y por lo tanto la primera danza de pareja abrazada. Y si bien hoy en día es común que diferentes ritmos se bailen abrazado, a la hora de buscar danzas con nombre, identidad, tradición y arraigo popular, el Tango sigue siendo la única danza con esa característica. Había antes, eso sí, danzas de pareja enlazada, como el Vals, la Mazurca, la Polca, pero los bailarines se tomaban sin estrecharse. Esta diferencia de unos pocos centímetros de distancia parece poca cosa, pero “Si se midiera por el revuelo que ocasionó el abrazo, podría ser capital.”22

El abrazo, mejor dicho la connotación erótica del abrazo en la danza, llamó mucho la atención en aquella sociedad europea de principios del siglo XX. Todos los cronistas alertan sobre la novedad. Citemos nuevamente a Sem: “Sus cuerpos, enlazados, entrelazados, pecho contra pecho y vientre contra vientre, se frotan, se encastran en torsiones apretadas, pautadas y sabias, dan vueltas lentamente, se convulsionan casi sin moverse […] ¿practican el masaje abdominal? ¿Es un tratamiento? ¿Una gimnasia? ¿No es más bien una forma de voluptuosidad?”23

Georges Clemenceau preguntaba “¿Por qué no se lo baila simplemente de manera horizontal”, y la condesa Mélanie de Pourtalès: “¿Se lo debe bailar verdaderamente parado?” Los testimonios pueden multiplicarse indefinidamente.24

Es justo aclarar que la sociedad europea de aquel entonces no era una sociedad pacata, sino que por el contrario estaba abierta a las novedades, y aun con deseos de liberación, por eso aceptó el cálido abrazo del Tango con tanto gusto y en tan poco tiempo. Según una testigo de la época, “las mujeres que, hace apenas unos años, no hubiesen osado salir de sus casas sin estar acompañadas, habían perdido el temor que sus madres les habían inculcado y se dejaban enlazar estrechamente por sus parejas a las que a menudo ni siquiera conocían”.25 Aunque, por otro lado, en París la pareja se separaría un tanto, entre otras transformaciones que allí sufriría la coreografía. El Tango que se bailaba en París era, en palabras de Sem, “un tango un poco edulcorado, un poco parisino, con una gracia decente y liviana, un aire de casi no tocar, un poco pinza de espárragos del mejor tono, donde se manifiesta el tacto y el gusto de esas hadas, que han sabido hacer de este baile de salvajes un coqueteo elegante de piernas finas y discretas.”26

En Estados Unidos, donde las reglas morales, las convenciones sociales, son más represivas (por caso concreto la censura al cine fue siempre moneda corriente), allí la pareja se separó aún más y la danza del Tango llegó a convertirse en una caricatura, como fue el caso del estilo Innovation. A pesar de todo, jamás perdió su carga erótica, por el contrario se enfatizó. En las páginas que siguen desarrollaremos estos puntos con mayor claridad.

 

Unida al abrazo, otra característica que contribuyó al éxito del Tango fue su misma riqueza como danza. Las danzas de pareja enlazada que se bailaban a comienzos del siglo XX, como el Vals o la Polca, también la Mazurca o el Schottisch, consistían en la repetición más o menos sistemática de un paso. La posibilidad que daba el Tango de caminar en cuatro y aún en ocho direcciones, de variar la velocidad y dirección del desplazamiento, de girar, de detener sorpresivamente la marcha, porque sí o para realizar alguna complicada figura, siempre improvisando en movimientos impredecibles y siguiendo los cambios más sutiles de la música, en comunión con la pareja pero a la vez realizando distintos pasos el hombre y la mujer, todo esto debió causar sensación por aquellos tiempos. Y sigue haciéndolo.

 

Ahora podemos volver a Max, professeur de tango, y empezar a reconocer allí todos los elementos de la tangomanía: el interés por Tango, sobre todo por su baile, su enorme dificultad, la consecuente necesidad de aprenderlo con un profesor experimentado, la dudosa idoneidad de algunos profesores que se aprovechan de la moda, la credulidad de los alumnos ante estos impostores, el baile de Tango como arma de seducción irresistible, el ambiente distinguido en el que se lo practica.

También podemos comprender por qué para Charles Chaplin Tango es sinónimo de baile; por qué Charlie, un vagabundo, baila Tango cuando irrumpe en salones de millonarios y aristócratas, o bien lo hace como símbolo de su poder sobre las mujeres.

 

Muchas ideas asociadas al Tango en el extranjero, algunas de ellas insólitas para el porteño, ya están claramente definidas para 1914 y no se modificarán a lo largo del siglo. El Tango, digamos primero que nada, es una danza, no una música. Dicha danza es bella, sensual y de una dificultad extraordinaria; acaba por convertirse en el baile por antonomasia; es un instrumento de seducción, ya sea de manera más instintiva (His Prehistoric Past) o más sofisticada (Max Linder), pero siempre al servicio del varón; por su carácter sensual evoca la pasión y los celos; es símbolo de alcurnia. Volveremos a encontrar estos temas reflejados en el cine una y otra vez.

 

Esta primera etapa tiene un final que podemos determinar con exactitud: el momento en que la Guerra de 1914 interrumpe el flujo de la cultura en el hemisferio norte y, mientras en Francia se prohibe bailar durante toda la Guerra, los artistas argentinos regresan a su país.

 

 

1 Charles Ford, Max Linder, página 29.

 

2 Coemedia illustré, nº 24, 20 de septiembre de 1914, citado en Béatrice Humbert, El tango en París de 1907 a 1920, página 116.

 

3 Charles Ford, Max Linder, página 139: “[…] mon maître, c’est Max Linder.” Cf. también páginas 77 y 85.

 

4 Georges Sadoul, Vida de Chaplin, página 27.

 

5 Julio De Caro, El tango en mis recuerdos, páginas 79 y 80.

 

6 Hamlet Peluso y Eduardo Visconti, Carlos Gardel y la prensa mundial, página 383. No es sorprendente la amistad entre Chaplin y Gardel, sus vidas se parecen. Pero esto ya es otra historia.

 

7 Luis Saslavsky, La fábrica lloraba de noche, página 82.

 

8 Gerald D. Mc Donald, Michael Conway y Mark Ricci, Todas las películas de Charlie Chaplin, página 32. Conklin no trabajó en este corto; todo indica que Sennet fue traicionado por su memoria, algo común en los testimonios autobiográficos.

Desde luego un largometraje como Tillie’s Punctured Romance demandaba más de un día de rodaje, mientras que los primeros experimentos de sonorización con discos datan de la primera década del siglo XX. Pero el caracter general de las películas de aquellos tiempos es el que describimos.

 

9 Mr. & Mrs. Vernon Castle, Modern Dancing, página 86.

 

10 Jules Bertaut, Les belles nuits de Paris, página 133.

 

11 Hugo, Vingt ans maître d’hôtel chez Maxim’s, página 68.

 

12 Héctor y Luis J. Bates, La historia del tango, página 200. Los Gobbi ya habían estado en París hacia 1904.

 

13 Diario Le Figaro, París, 10 de enero de 1911, citado en Jorge Novati, Antología del Tango Rioplatense Vol. 1, página 36.

 

14 Sem, Les possédées, página 37.

 

15 Héctor y Luis J. Bates, La historia del tango, página 320. Saborido también estuvo por Londres en aquellos años; Geroni Flores falleció en España.

 

16 Goyo Cuello, El éxito del tango, en Caras y caretas, Buenos Aires, 20 de julio de 1912, citado en Guillermo Gasió, Jean Richepin y el tango argentino en París en 1913, página 19.

 

17 Adry de Carbuccia, Du Tango à Lilly Marlène, citado en Nardo Zalko, París / Buenos Aires: un siglo de tango, página 81. El color tango es más que una moda pasajera y ha encontrado un lugar en los diccionarios de la lengua francesa como “d’une couleur orange très vif”. Aclaremos que jamás se conoció tal color en Buenos Aires.

 

18 Revista L’art de la Mode, París, 15 de noviembre de 1913, citado en Nardo Zalko, París / Buenos Aires: un siglo de tango, página 77.

 

19 Horacio Ferrer, El libro del Tango, tomos 2 y 3, diccionario.

 

20 Alain Boulanger, en el disco compacto Le tango à Paris 1907 – 1941.

 

21 Véase Artemis Cooper, La tangomanía en Europa y Estados Unidos de América, passim.

 

22 Carlos Vega, Las danzas populares argentinas, página 42.

 

23 Sem Les possédées, página 35.

 

24 Nardo Zalko, París / Buenos Aires: un siglo de tango, página 87.

 

25 Adry de Carbuccia, Du Tango à Lilly Marlène. Citado en Nardo Zalko, París / Buenos Aires: un siglo de tango, página 94.

 

26 Sem, Les possédées, página 46. Sin embargo, a veces el abrazo sería muy estrecho, como ya veremos.

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